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martes, 6 de noviembre de 2012

Otero



Otero

Camino entre ignorancias y desidias intentando llegar a mi madriguera con la esperanza de que aún me estés esperando allí. Te encuentro tumbado e hibernando. Me acerco y te susurro. Sé que me oyes. Te acaricio. No respondes.
Te alejas de mí durmiendo sobre el otero más inclinado. Intento subir el declive pero la pendiente no hace mas que arrastrarme más abajo. Cada vez te veo más lejos de mí y tú no haces más que dormir. Perezoso.
La oscuridad nos atrapa. Es imposible huir de ella.
Enciendo una hoguera quemando algunos recuerdos de espaldas a tu diván, pero me es casi imposible no mirar la cumbre del collado y verte sin hacer nada. Dormilón.
Cuanto más se apodera el olvido de las llamas más el calor derrite los cimiento de tu otero acercándote hacía mí y empujándome a la lumbre. El fuego está muy cerca pero tú lo estas más. Arderemos los dos. Arderos en el infierno mientras nos pudren los gritos de los demás.
Ahora te tengo entre mis brazos. Soñando entre mis brazos. Ahora sufrimos los dos. Juntos. Los dos.
Mis ojos se cansan, tu compañía me los cierra. Hibernaremos juntos. Quimera.
Ahora duermo solo sumergido en una cama empapándome del mar de la igualdad, pero al pisar la orilla la evapora el sol de la sociedad.

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