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martes, 5 de junio de 2012

Crónicas de un Accidente

Crónicas de un accidente


15 Abril 1998
-Despierta Germán. Por Dios, no nos dejes ahora. Germán, no nos dejes ahora.
       Esas palabras se me clavan como agujas en la cabeza. Todas las noches la misma historia. Pesadillas.  Se repiten una y otra vez, todas y cada una de las noches que puede abarcar un maldito calendario. Hoy hace un año exactamente desde su muerte.  Lucia, te echamos tanto de menos.
Yo, Germán Asensio; no me veía capaz de criar a una niña solo.
   El 15 de Abril de 1997 volvíamos a Llanes, nuestro pueblo; después de una boda familiar.    Silvia, mi hija…. Nuestra hija, no quería venirse a la boda, así que la dejamos con su Tía.
Lo poco que recuerdo es que se cruzo un ciervo por la carretera, un maldito ciervo. Después, oscuro. Entonces ocurrió: “Despierta Germán. Por Dios, no nos dejes ahora. Germán, no nos dejes ahora.” Escuche su voz, era la de Claudia, una amiga de la novia que vivía en nuestro pueblo y accedimos a traerla. En ese momento, es ese maldito instante, abrí los ojos y… Lucia no estaba allí. Con el coche volcado, Claudia estaba intentando reanimarme, y lo consiguió, vaya que si lo consiguió, todavía me estremezo entre dolores. Aun sigo pensando por qué razón Claudia decía: no nos dejes, estando ella sola… Quizás, cuando claudia dijo eso, Lucia todavía estaba viva, y salio a buscar ayuda y se perdió ¿no Germán? -No te inventes historias, no te martirices más. Lo pasado, pasado es.
16 Abril 1998
Silvia sigue sin dirigirme palabra. Pobre, a veces la escucho hablarle a su madre, hace como yo, se auto-engaña para intentar no entrar en una profunda depresión.
Todavía no he salido ni un solo día de mi casa. Mis heridas cicatrizaron solas, Dios sabe que odio los hospitales. Hoy me dispongo a salir por primera vez.
   Ya por la tarde, cogí mi chaqueta por que, pese a que Llanes sea un pueblo costero, hace un frío que convierte la cara en una escultura rígida de hielo. Llegué al puerto donde Lucia me dio el “si quiero”. Que recuerdos. De repente me percate de una silueta que brotaba de entre la espesa y cándida niebla. No le di importancia. Después de un breve paseo por el portuario pueblo, volví a pasar por ese puerto que con tantos recuerdos me hacia deleitar. Aún está ahí. Esa silueta. Ni un músculo movía. Al ir acercándome, poco a poco descubrí que se trataba de una mujer, y aún mas cerca, que era un ilusión óptica. Su silueta me hipnotizaba,  me recordaba a la de mi bella Lucia.
    Volví a casa. Silvia estaba haciendo deberes en su cuarto, para ser una niña de 10 años tiene bastantes. Me acerqué a su puerta.
-¿Todo va bien Silvia?
(No hubo respuesta)
-Silvia, que mal he hecho yo para que no me hables. Yo no tengo la culpa de que…
(Un silencio jugueteo por la sala)

17 Abril 1998
-Despierta Germán. Por Dios, no nos dejes ahora. Germán, no nos dejes ahora.
2:30 de la madrugada. Hora del accidente. Hora de las pesadillas. Siempre a la misma hora, escucho esa frase y PUM. Me despierto entre sudores.

18 Abril 1998
He vuelto a salir al pueblo, la misma historia, la misma silueta, la misma ilusión.

19 Abril 1998
Estoy cansado de todo esto, voy a averiguar qué rayos pasó esa noche.
 Le deje un mensaje en el contestador a la tía de Silvia, diciéndole que viniera a por ella, que iba a estar fuera unos días. Le puse un mensaje escrito en un papel a Silvia, ya que ella no estaba en casa; en el decía que iba a estar fuera unos días. No di motivos.

***
-Taxi.- Llamé. No hubo respuesta.- Taxi.- Repliqué otra vez. Nada.
    Decidí ir andando, no estaba muy lejos, una o dos horas andando como mucho, cuando llegara allí iría a la casa del bosque de mi hermano Alberto, le prometí que iría pronto ahí para hacerle una visita.
    Ya de noche llegué al sitio del accidente. Cruce la calle para llegar al camino que lleva a la casa de mi hermano cuando unos faros me cegaron la vista. Era mi coche. Se abalanzaba hacia mí, no tenía tiempo de reaccionar. Esta vez yo era el ciervo, yo era el maldito ciervo. Cuando el note el frío acero de mi coche en contacto con mi piel, me di cuenta de que nada era real. Perplejo, me dirigía a la cabaña de mi hermano cuando un dolor tremendo me sacudió el costado. Que sorpresa me lleve al ver una herida en la zona, donde en esa pesadilla de mi imaginación, había notado el duro tacto del coche.
   Pasados fácilmente los 10 o 15 minutos de caminata, llegué a la cabaña de mi hermano Alberto, esa casita de madera rodeada de árboles. Toqué la puerta. No hay respuesta. Empuñé el pomo y lo hice girar hacia abajo. Estaba abierto. En el salón estaba puesta la cena. Tres platos de sopa, me recordaba a “Ricitos de Oro”, el cuento favorito de mi hija. Esperé junto a la chimenea mientras la llama  coexistía entre las breves cenizas que arropaban el frío suelo del fogón. Cansado de esperar, me acosté.

20 Abril 1998
2:30 de la madrugada: Esta noche no hubo pesadilla pero, algo me despertó. Un fuerte golpe.  Salí al portón a ver que era ese extraño ruido.  Unas luces que salían de entre los árboles, las seguí hasta darme cuenta de que no eran otras luces que las de los faros de mi coche, de mi coche destruido, tras un maldito ciervo atropellado.
   Corriendo me acerque y tal fue mi sorpresa al ver a Claudia diciendo su maldita frase:
-Despierta Germán. Por Dios, no nos dejes ahora. Germán, no nos dejes ahora.
   No estaba sola, Lucia estaba de pie, desesperada y angustiada. No hacia mas que llamar por teléfono para pedir ayuda pero era casi imposible, en esa zona no hay cobertura.
   No pude resistirme. Tuve que tocarla. Tuve que sentirla otra vez.
   Al tocar la Sueve piel de Lucia, un recuerdo invadió mi mente como una manada de búfalos en el salvaje oeste. Era yo, estaba conduciendo por la carretera, iba un poco bebido mientras Lucia no hacia nada más que repetirme que le dejara conducir a ella, que no estaba en buen estado.  De repente, ocurrió. Ese animal. Di un volantazo para no atropellarlo y  el coche volcó,  fue inútil, igualmente mate a ese animal.
  Lucia salió de entre los restos de esa tumba de metal, mientras, dentro, Claudia intentaba despertarme.
-Despierta Germán. Por Dios, no nos dejes ahora. Germán, no nos dejes ahora.
 Lucia consiguió cobertura. Llamó. 15 minutos después llegó la ambulancia.
    Ayudaron a Claudia y a Lucia a sacarme del coche. Se me nubló la vista. Deje de ver.

21 Abril 1998
Ahora lo comprendo todo, por eso no me contesta mi hija, por eso estaban los tres platos de sopa, Lucia estaba viva y junto con mi hija, cumplieron la visita que le prometí a mi hermano. Silvia no estaba fuera de casa aquella noche del 19 de Abril de 1998, estaba en la cabaña de mi hermano.

-Despierta Germán. Por Dios, no nos dejes ahora. Germán, no nos dejes ahora.
        Esas no eran mis palabras de despertar, son mis palabras de despedida.

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